Ciertas cosas deben decirse en el momento en que el tiempo como concepto no existe y las preguntas son sólo un pretexto para que las palabras habran las puertas correctas; esas que sentimos con las yemas de los dedos y que nos desvelan en la duda de si hay algo detras.
Después de ese instante, identificable sólo una vez que ya es pasado, no eres el protagonista
y dejas de esperar lo improbable;
el día vuelve a tener veinticuatro horas
agregas a alguien más a tu lista de contactos
bloqueas algunas notificaciones
abres y cierras libros
Sales de lugares y compromisos con la misma ligereza de antaño
Resignado, reticente, quizas un poco más maduro, quizas un poco menos magico.
Pero vives
biológicamente hablando.
.-L. Alison